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Lo llamo Toby, su nombre era Tobías.
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Tobías se convirtió en habitual de los jueves de la Sauna Octupus. Toby es un osete muy majo. De estatura
pequeña y polla aún más pequeña pero muy lechosa.
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Una época en que frecuenté la Sauna Octupus todos los
jueves desde temprano eramos Toby y yo los primeros en llegar. Nos hicimos
muy amigos, charlábamos amenamente, nada de follar pues el tío me
inspiraba más una amistad que ganas de follar.
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Toby dedicaba buena parte del tiempo a comentar sus
aventuras dentro de la sauna, a quién se la mamó, quién lo folló. El Toby es
pasivo, tan pasivo que su mayor placer es preparar el ojete a los tíos y ver
como son follados por otros.
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Como os comenté llegábamos temprano y una tarde de otoño
estaba todo tan aburrido que después de una cerveza decidimos darnos un gusto a
dos. Nos fuimos a un apartado y el Toby me dio una buena mamada, tenía talento
para eso. Me pidió que le follara así que una vez con el condón puesto le dí
unas suaves embestidas, el Toby era un vicioso de los días jueves y siempre
llevaba el culo lubricado. No aguanté y me corrí sobre su cara. El tío no paraba de hacerse la manola, como os comenté, era de polla pequeña. Me
preguntó si le dejaba correrse en mi cara, yo de manera tímida accedí. Su leche
era abundante y espesa de un color blanquecino perla y por lo que pude sentir
de buen olor. Dejó toda mi cara más blanca que la de cualquier cantante del
grupo Kiss.
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El Toby y yo no volvimos a follar. Él era lo que yo llamo “coleccionista
de cruising”: dícese de aquel tío que no le gusta repetir con otros tíos con
los cuales ya folló. A mí me apetecía repetir, pero con el Toby solo
repetimos algunas tímidas pajas en la piscina de la sauna Octupus.
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En tres ocasiones el tío armó unos tríos que recuerdo con
especial cariño. Estaba yo sentado en el bar disfrutando de una cerveza cuando se aparece el Toby con un chicuelo jovencísimo y me dice de
descarada manera: “Este chico quiere que te lo folles. Le hablé de tu polla y
le dije que eras de rico follar”. Me reí pero acabé mi cerveza y nos fuimos a un
apartado.
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El chicuelo inmediatamente se quitó la toalla y se puso de
patitas arribas. El Toby sacó de la nada lubricante y comenzó a untar el culo
con los dedos al chicuelo, con otra mano, el Toby le iba haciendo una suave
paja. El chicuelo tenía una polla de enormes dimensiones, pero se notaba que le iba eso de ser pasivo. Yo mientras tanto me iba haciendo una paja para estar a tono. Ese día
había tenido varias mamadas y tres folladas previas pero no me había corrido,
por lo que supuse que no aguantaría mucho.
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“¡Está listo! Te lo puedes follar”, me dijo el Toby quien se
apartó y se puso en un rincón donde pudiese tener buena vista, se quitó la
toalla y comenzó con una discreta paja. Yo me puse la goma y efectivamente el
culo del chico estaba bien lubricado, lo cual permitió una amena follada. Yo me
sorprendí de que no me corriese todavía y el arte del mete-saca estaba siendo
duradero y placentero.
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El primero en correrse fue el chaval, quien si bien en dar culo diestro era, se llenó de timidez al momento de correrse. “¡Me corro!”,
gritó el bribón e inmediatamente salió un espeso chorro de leche
que le llegó al rostro. Yo por mi parte no quise aguantar ni hacer bochorno. Saqué mi polla, le
quité la goma y me comencé a pajear. En un dos por tres grandes chorros de
leche a su pecho fue a parar. En eso llega el Toby y se corre de manera
frenética y descarada sobre el tío. ¡Qué cantidad de leche! Para tener una
polla pequeña la cantidad de lefa era admirable.
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Al terminar el chaval salió con mucha vergüenza, no
querían que lo vieran lleno de lefa. El Toby le gritó: “¡Déja las mariconadas
tío, cuando te vean serás la envidia de la sauna!” y lanzó una carcajada estridente.
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Este tipo de actividades, eso de buscar un tío, de
prepararlo para que yo me lo follara lo hicimos unas tres veces más. Digo que
fueron tres efectivas, es decir, que se dieron, pero el Toby intentó unas diez
veces pero los tíos sentían vergüenza y no accedían.
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“Maricas”, decía el Toby. “No se dejan follar pero sí lo desean. Son unas maricas. No tienen cojones para dejarse hacer”.
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