Después de las
decepciones de las saunas Madison y Unikus, estaba decidido: no buscaría más putiaventuras en saunas, me concentraría en las damas de compañía y travestis que
había contactado por Whatsapp. Era dinero tirado pero por lo menos me aseguraba
un orgasmo. Sin embargo, algo me decía que había que intentar una vez más así
que decidí ir a la sauna Homosapiens.
El local queda en
un barrio tranquilo de Buenos Aires, se puede llegar en colectivo (autobús) y
si se toma la línea roja del subte (metro), queda relativamente cerca de la
estación Medrano. La primera vez fui en Uber, y desde el Obelisco hasta allí me
costó cerca de 3 Euros al cambio de 2018.
Lo primero que te
encuentras es un letrero enorme que dice HOMOSAPIENS y las puertas de cristal que dan acceso a una taquilla en la que, cuando fui la primera vez, estaba una tía, algo mayor,
de mirada cómplice y sonrisa afable, como diciendo: “otro que le gusta
que le den a por culo”; la entrada costaba unos 200 pesos argentinos que en ese
momento eran casi tres euros ¡TRES EUROS! ¡Bendita economía! ¡Demasiado barato!
Después de pagar
te dan un ticket que tienes que conservar. Entras en una especie de zig-zag de
cortinas que no deja ver mucho y una vez que sales de allí te
encuentras con un enorme bar de iluminación agradable, buena música, pantalla
gigante, amplia barra. Me acerco al bartman y pregunto por la sauna, me enseña cómo funciona las áreas de puteo: Pasando el bar te encuentras a mano izquierda unas escaleras que conducen hacia arriba, por ahora obviamos las escaleras y
seguimos de largo en donde después de una pequeña antesala está el
cine: es un galpón grande, con muchos apartados, todos abiertos. En el
centro están dispuestos una fila de sofás de dos asientos con un mesa de madera. Al fondo, la pantalla que proyecta una y otra vez la misma película homopornoerótica. Se
puede pasar detrás de la pantalla sin problemas y, a cada lado de la misma, dos
estancias con camas muy agradables, oscuro aunque la luz de la pantalla es tenue. Estos serán sitios que frecuentaré en las
siguientes visitas.
Si volvemos sobre
nuestros pasos, pasamos de nuevo la antesala, ahora las escaleras quedan a
nuestra derecha, hay que subir y lo primero que uno encuentra es un pasillo
largo, muy iluminado en donde están los 268 casilleros. Luego, hay que caminar a la izquierda en donde te encuentras una casilla
donde hay un chico que te cambia el ticket de la entrada por dos toallas —al
menos que sea domingo, que dan una—, te dan ojotas —chancletas—, la
llave de tu casillero, puedes pedir cuantas veces quieras jabón, lubri y
preservativos.
Si sigues
caminando te encuentras la sauna seca y la sauna de vapor, paradójicamente, a
mi juicio, los sitios en donde hay menos acción. Luego otra antesala, a la
izquierda las duchas y si sigues de largo un pasillo en forma de U en la cual se distribuyen los apartados con literas ortopédicas de “masajes”. Al fondo de la U hay
algunos cuartos oscuros, sin nada de iluminación a los cuales nunca entré. Si volvemos a la escalera
que subimos pero vamos a la derecha, sigue el pasillo de casilleros y luego hay otras escaleras que conducen a más
casilleros, una sala de estar, a la izquierda queda un solárium y si
sigues puticurioseando, te encuentras con un pequeño laberinto que conduce a un
cuarto oscuro en donde se puede hallar algo de acción.
Después de esta
putigira de reconocimiento, ubico mi casillero que quedaba en la segunda
planta, cerca del solárium. Estaba un tío mayorcete, como me gustan a mí, de
unos 58 años, cuerpo definido, acababa de llegar y se estaba cambiando cuando intercambió miradas con
otro tío, algo más joven y que estaba en toalla. El joven se acercó y se fueron directo a por morreo, luego el vejete se arrodilló y allí mismo, frente a mí, con mucha iluminación, le dio una mamada de polla, luego
volvió a comer la boca del chico y después se despidieron como sin nada. El
vejete se me quedó mirando con una sonrisa.
¿Se conocían? Le
pregunté. No, me respondió, primera vez que lo veo.
Erección inmediata. La tarde prometía.
(Buenos Aires, Julio de 2018)
Tres euros ! Que barato !
ResponderEliminarSi no llegas a hacer nada, tampoco te duele tanto el bolsillo ;-)
Aqui la más barata son 12.80 euros.
A ver que te come el vejete...
Muy barato. Todo es parte la situación y del contexto de las economías en Sudamérica.
ResponderEliminarGracias por estar ahí.