miércoles, 9 de agosto de 2023

¡Quédate en casa, maricón! Triste visita a la Octopus




Las actividades de homoputeo habían estado placenteras. De pronto, me apetece a ir a por más. Creo que es algo psicológico, porque el cuerpo me dice: “quédate. Abre un vino, ve una peli o lee un libro. Quizás es una señal Divina, pero el vicio puede más. Veo la hora: 13:00 hrs. Muy temprano para locales de sexo y para saunas; sin embargo, considerando que en la última visita a la Octopus la había pasado muy bien, decido repetir. 

Llego sobre las 14:00 hrs. Apenas unos cinco tíos de los cuales dos eran del trío de chavales que le metieron mano al negro en la piscina la vez pasada. No veo nada interesante. Pasa el tiempo. Reviso la hora: 14:45 hrs y no había pasado nada de nada. En verdad, os digo: nada de nada. Ni siquiera una putimirada o alguna caricia. De los 45 minutos que llevaba creo que los distribuí indistintamente entre el cine, la sauna seca y la de vapor, con duchas frecuentes. En la piscina no hubo movimiento porque el agua estaba helada. Le hago el comentario al barman y dice que ya se ponen a por ello. 


Más putivueltas y el tiempo pasa. Ha llegado un poco más de gente, pero no trascendental. A las 15:15 hrs creo que no llegábamos a los veinte tíos. Me echo un rato en el sling, más con ganas de descansar que de que me follen. ¡Y es que el cuerpo me lo decía! “¡Quédate en casa, maricón!”. ¡Y tenía razón el cuerpo! Ya dentro de la sauna la temperatura estaba más baja de lo habitual y poco movimiento y ganas por parte de los tíos. El tiempo que estuve en el sling no pasó ni un alma desencarnada. Creo que hasta dormí una siestita. 

Eran las 16:23 hrs. ¡Llevaba más de dos horas y nada de aquello! Alrededor de las 16:30 hrs han llegado más tíos, pero van en pareja. Se duchan, se meten a la sauna de vapor y de allí se encierran en las cabinas. Tres o cuatro parejas hicieron eso, nada de interactuar con los corazones solitarios.  


En la sauna seca hay más movimiento. Entro. Toco tres paquetes, cada uno me rechaza cortésmente. Hay un vejete con gafas, más de la fauna del Príncipe que de la Octopus. Había mucho movimiento en la sauna de entrar y salir, pero literalmente, no sexual. El tío vejete miraba con descaro los culos y pollas de todo el que pasaba. Me siento a su lado y me comienzo a pajear. El tío me ve la polla, pero cuando se da cuenta que lo estoy viendo mira para otro lado. Pongo mi mano sobre su rodilla. Se deja, pero mira para el lado contrario. Toco polla y bolas, deduzco que necesitaría un buen trabajo. Cuando estoy decidido a reanimar esa polla con una mamada el tío se levanta y se va. 


Me quedo un rato en la penumbra. Después de todo con el calor se está a gustito. Salgo. Ducha violenta de agua fría. Hay más tíos, pero nada de nada. Decido dar una última putivuelta y me encuentro con el tío de gafas en el cine. Me siento a su lado. Me saco la polla y me pajeo. El tío sabe que estoy allí, pero mira indiferente a la pantalla. No hay nadie, puede tocarme con gusto. Cuando por fin el tío se decide a tocar mi polla entran dos tíos escandalosos al cine. El tío se corta. Yo estoy cansado y me voy. 


No hubo nada de actividad sexual más allá de aquella en la que yo me tocaba para incentivar a la peña. Había pasado un poco más de tres horas. Me agotó las putivueltas que no llegaban a nada. Sin embargo, disfruté de las instalaciones, menos de la piscina que siempre se mantuvo helada.  


Regresé a casa sin correrme. Pensé en matarme con una paja, pero esta vez sí escuché el cuerpo: vino y peli. 




2 comentarios:

  1. Y es que, aunque lo sepamos, caemos. Si te lo pasas muy bien un dia en un sitio, y a la que puedes, vuelves aunque el cuerpo te diga lo contrario...cagada segura. El cuerpo, no se como lo hace, pero es muy sabio. Y creo que, de alguna manera, eso lo transmite a los demás, muy a pesar nuestro, por eso no nos comemos un rosco esos días.
    En fin...
    Oye, muchas gracias por los comentarios que me dejaste en el blog. Bueno, siempre, pero en especial estos últimos.
    Yo siempre entro en tus posts y los leo. Al cabo de unos días, vuelvo a entrar, releeo y es cuando dejo el comentario. Y pasado un tiempo vuelvo a entrar por si me has dejado una respuesta ;-) .Que es casi siempre.

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    1. ¡Vaya, qué alegría leerte!

      De nada, hombre, para eso estamos. Me mola un montón que te gusten los comentarios, sobre todo estos últimos, ¿no? Me parto con eso de que entras, lees en plan detective, luego vuelves, te recreas y ahí sí que sueltas el comentario, ¡jajaja! Y claro, después vuelves por si te he soltado alguna réplica chula, ¿verdad?

      ¡Qué grande eres! Siempre estás al quite. ¡Nos leemos por aquí, fijo! 😉

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