miércoles, 2 de abril de 2025

Sexo en Buenos Aires, Argentina (Parte 22) - Lamida de culo

 

Le digo que sí al tío. Que me lama el culo. ¡Oh, dioses! ¡Oh, fortuna! ¡Y qué lamida de culo! Así, en mayúsculas: LA-MI-DA-DE-CU-LO. No era la primera vez que me lamían el culo. Pero el tío tenía una lengua larga y gruesa. Sus dedos eran también largos y gruesos. Su saliva no parecía saliva. Era como un lubricante anal de gel. Como mi polla estaba del otro lado, siendo atendida con morbo por el otro tío, no me quería correr. Así que le dije al tío que estaba vestido que nos fueramos a un apartado. Está bien, me respondió, pero yo solo quiero lamer tu culo. Lo tomé de la mano y lo llevé a un apartado semiprivado. 

Nunca os he hablado de ese apartado. Cuando entráis al cine, del lado izquierdo queda una especie de apartado. Hay una cama, podéis cerrar con llave, pero del cuello hacia arriba no hay pared, hay solo unas rejillas de metal. Por lo cual, cualquiera que se acerque puede ver con tranquilidad lo que sucede dentro. De hecho, se puede ver muy bien porque hay una luz rojiza que car, no recuerdo de donde, que alumbra. Es como una especie de cabina para follar y no ser molestado, pero en la que podéis mirar y nadie os detendrá. Allí nos metimos el tío desnudo y yo. Mitad por morbo, mitad desespero. Yo estaba muy calienta. La lamida de culo en los glory había estado maravillosa. 

Pues allí, en la “intimidad” que daba el apartado, el tío de americana me lamió el culo en todas las posiciones: de pie, en cuatro, patitas para arriba, de lado izquierdo, de lado derecho, más patitas para arriba. El tío apenas tocaba mi polla. La tocaba en plan majete. Es decir, quería saber si mi polla seguía allí y de vez en cuando, pero muy de vez en cuando, me chupaba la polla y seguía con el culete. Varios tíos se nos quedaban viendo. Uno quiso entrar, la ver que la puerta estaba cerrada tocó, pero el tío que me lamía el culo susurró a mi oído: no le abras. ¿Y cómo le digo que no a alguien cuya lengua de siete centímetros te hace masaje prostático? Le dije al tío que tocaba la puerta, que esto era entre mi marido y yo. El tío que tocó la puerta, pues se resignó y se nos quedó viendo desde afuera. Por lo movimientos intuí en que se estaba matando con una paja, hasta que llegó un tío que le hizo una chupada allí mismo y luego, se fueron a otro lado. 

No sé cuánto tiempo llevábamos el tío vestido y yo. Yo había llegado al nivel: ¡cásate conmigo! El tío vestido me pide ua tregua para descansar. Y yo le digo que vale, pero que si me quiere follar, soy todo de él. Me responde que no, que quizás más tarde. Y le pregunto, ¿qué haces vestido? Pues que ha pagado la entrada y se fue directo a ver como estaba el ambiente. Y al ver mi cuerpo entregado al éxtasis y pegado a los glory, pues no resistió la tentación de tocar mi culo. Al ver que tenía el culo sin pelos y de buen tacto, pues quiso ir más allá. 

En medio de la conversación nos enfriamos. A lo cual, quedamos en encontramos luego y retozar un rato desnudos los dos. 

No lo volví a ver. 


(Continuará)





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