lunes, 2 de abril de 2018

Follada Sauna Lavapies (1 de 2)






Había decidido pasarme un rato en la sauna de Lavapies. Era martes,  15:00 hrs. y supuse que no habría mucha gente, algunos estarían durmiendo la siesta.  Después de pagar la entrada me dirigí a las duchas en donde me relajé con agua tibia y al salir de allí, me sequé y lubriqué el ojete.
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Hice un recorrido por las instalaciones del local y como lo supuse, tan solo encontré a dos abuelos dando vueltas en busca de ‘algo’, a dos chicos jovenzuelos y que parecían pareja estable tomando unas Mahou en el bar. Así que pensé que la tarde podría ser de esas en las que no consigo nada. Ya me ha pasado en otras ocasiones que entro a una sauna con ganas de follar y ser follado y cuando mucho lo que consigo es un poco de magreo o una tocada de muslos que no va más allá de eso, teniendo que volver a casa después de casi horas de dar vueltas en el sauna y morir con una paja.
Entré a la sauna de vapor y no había nadie. En otras ocasiones he tenido más suerte y me encuentro a uno que otro tío que está dispuesto a ofrecer unas caricias o una boca para comerme el rabo. 
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Al entrar me fui al rincón más oscuro y alejado de la puerta, me quité la toalla, la cual puse sobre el sitio en donde me iba a sentar. Ya sentado cerré los ojos, respiré profundo y me dispuse a disfrutar del calor de la sauna. Mi polla, que había permanecido en estado morcillón se había empequeñecido la pobre, supongo que debido a la inmensa soledad que reinaba en el lugar.
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No sé cuánto tiempo pasó, unos diez minutos o una media hora, en realidad no lo sé, mi cuerpo cada vez está más adaptado a soportar una hora y veinte minutos de calor sin sentirse deshidratado, al cabo de un tiempo entró un tío que pude dilucidar era un poco bajito, de unos veintitantos años, cuerpo definido y de piel morena. El tío se sentó a mi lado pero a una distancia que no permitía el contacto físico. Si alguno de los dos quería juego tendría que moverse unos veinte centímetros para poder hacer contacto corporal. 
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El tío mulato, al igual que yo, se quedó desnudo y comenzó a realizar unos estiramientos de brazos que supuse eran con la intensión de acercarse a mí, pero nada más lejos de eso. El tío realmente estaba estirándose para relajar sus músculos. Traté de fijarme en la polla del tío, pero el vapor y la oscuridad hacía indefinible algo entre sus piernas. Creo que permanecimos en silencio y sin hacer nada por unos diez minutos más, no lo sé. Hasta que entró otro tío.
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El tío que entró era delgadísimo y calculo que mediría casi un metro noventa centímetros de estatura. Por lo general, tíos de semejante tamaño hace que piense que tienen unas pollas gigantescas, aunque a veces uno se enfrenta a algunos chascos.
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El tío largo se sentó justo al lado del tío bajito y mulato. No había pasado ni tres minutos cuando el mulato se le aproximó y comenzó a manosearlo por debajo de la toalla. Mi polla se empalmó rápidamente, fluyendo en sangre y calor. El tío mulato le quitó la toalla al tío delgado y en medio de las sombras pude apreciar una polla colosal. Era enorme, larga, gruesa, con un glande redondo y hermoso. El tío mulato comenzó a comerle la polla, lo hacía con tanta dedicación y devoción que por momentos sentí una inmensa envidia, pues me hubiese gustado que me diera una buena mamada. Pero cuando uno va al sauna hay que dejar las envidas a un lado y ponerse manos a la obra.
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Pensé en acercarme al dúo y hacer quizás un trío, me dio un poquitín de miedo. En otras ocasiones me ha pasado que me acerco a estas parejas, las que se forman en laberintos o rincones oscuros y termino desintegrando a los tórtolos o estos deciden marcharse a un reservado, dejando en mí un malestar moral. Así que me dije: ¡qué rayos Andrés! ¡Si los tíos te rechazan pues, ¿qué es lo peor que te pueda pasar? ¿Qué te mates con unas pajas? Así que decidí acercarme.

(Parte 1 de 2)

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