Sauna puteo (Octopus parte 1)

  

Lunes. 

 

Me he descubierto puto-maricón, como en los viejos tiempos. Lo que pasa es que, mientras la parienta estuviera en casa, no me apetecía homoputear. Que lo echaba de menos, pues claro. Pero no sentía la necesidad imperiosa de salir. Aunque reconozco que, en los dos últimos años mi temporada de puteo se circunscribe al mes de agosto. Ya veremos este año si sigue así. 

Después de las salidas al Meat y Attack y viendo que el Fede está complicado con el tiempo, decido descansar el lunes. Pero no, a las 11:00 AM el instinto me pide sexo gay. ¡Venga, que al cuerpo lo que pida! ¡Alegría y cosa buena! 

Reviso la agenda que ofrece Días de Vicio de los locales de sexo en Madrid. Compruebo algo que algún anónimo comentó en un blog: los lunes la movida puto-madrileña no existe. Esto es algo fácil de derogar si consideráis las opciones de cruising, pero en efecto, lo locales de sexo están cerrados. DDV indica que el lunes solo abrirán The Cage y Boyberry. No me apetece The Cage, aunque me consideré un habitual de la era prepandemia. Y la única vez que fui al Boyberry no la pasé bien. Buenas instalaciones, barman excelente, chicos muy guapos y jóvenes, pero que pasaban de mí. Me lie con un treintañero, que ahora que lo recuerdo parecía de cuarenta, par de mamadas, pero el tío quería follarse a alguno de los críos. Me puse en uno de los glory holes en plan pasivo y no pasó nada. Desde luego, yo podría volver y la experiencia quizás sería distinta. Pero no quería perder tiempo. Entonces recordé que existen las saunas. 

Me decido por la Octopus. Llego pasada las 14 hrs. Es un horario que, dependiendo de la fauna y el ambiente puede ser fatal o muy práctico. Es decir, de pronto hay pocos tíos y la timidez es lo que predomina. En otras ocasiones, al ser poco se aprovechan los recursos y los putos van a saco.  Todo depende de las ganas que le ponga la peña. 

Putivuelta de reconocimiento. Tres tíos guapos y jóvenes de unos 22-25 años, más de la onda Boyberry que de la Octopus. Un negro espectacular, quizás de 28-30 años, buen cuerpo y debajo de la toalla se vislumbra una gran verga. Más allá un oso, de unos 40 años, más del ambiente del local que otra cosa.  

Entro a la piscina y detrás de mí el negro espectacular. Ya dentro cada uno toma distancia, me acerco al negro, que se aleja. “Lo que faltaba. Negro pretencioso”, pensé. Me quedo de mi lado. Al rato entran los chavales Boyberry y no pierden tiempo, a saco a por el negro. Lo rodean y lo toquetean por debajo. El negro ha cerrado los ojos y se deja tocar. Los chavales no dicen nada. Sin embargo, entre ellos hay miradas de asombro, como diciendo “¡Ey, macho! ¡Qué pollón!”. Decido acercarme y si pasan de mí, no importa. 

Me acerco y los chavales sin decir nada me dan la bienvenida. Uno de ellos me busca el culo y mete un dedo en mi ojete. Vamos bien. Le toco las pollas a los otros dos. Pollas de tamaño promedio, pero tirando a grande, pollas que entretienen con gusto. Busco la polla de negro. ¡Santo cielo! ¡Esa mierda me mataría! Es una polla de unos 21-22 cms, pero el tamaño es lo de menos. ¡El grosor, queridos lectores! ¡El grosor! Tenía años que no toqueteaba una verga sí. Yo creo que si me la metía en la boca no entraba ni un tercio del capullo. ¡Y que entrara el tallo, ni pensar!  

Estuvimos entre los chavales y yo prestándole atención al negro. Toqué una bolas firmes y rasuradas y el culo del negro, que estaba apretado. El negro me miró, pero desvió la mirada, estaba quieto, no hacía nada y se dejaba hacer. Uno de los chavales le dijo al negro que nos fuéramos todos al cuarto oscuro, pero el negro dijo no con la cabeza. Seguimos en el magreo, pero yo noté que la acción no iría más allá de eso. Uno de los chavales dice que va al baño y el que me tenía el dedo en el culo dice que él también irá.  

Viendo que esto se había estancado decido ir a por una cañita.  

(Parte 1)