Había decidido pasarme un rato en la sauna de Lavapies. Era martes, 15:00 hrs. y supuse que no habría mucha gente, algunos estarían durmiendo la siesta. Después de
pagar la entrada me dirigí a las duchas en donde me relajé con agua tibia y al salir
de allí, me sequé y lubriqué el ojete.
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Hice un recorrido por las instalaciones del local y como lo
supuse, tan solo encontré a dos abuelos dando vueltas en busca de ‘algo’, a dos
chicos jovenzuelos y que parecían pareja estable tomando unas Mahou en el
bar. Así que pensé que la tarde podría ser de esas en las que no consigo nada.
Ya me ha pasado en otras ocasiones que entro a una sauna con ganas de follar y
ser follado y cuando mucho lo que consigo es un poco de magreo o una tocada de
muslos que no va más allá de eso, teniendo que volver a casa después de casi
horas de dar vueltas en el sauna y morir con una paja.
Entré a la sauna de vapor y no había nadie. En
otras ocasiones he tenido más suerte y me encuentro a uno que otro tío que está
dispuesto a ofrecer unas caricias o una boca para comerme el rabo.
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Al entrar me fui al rincón más oscuro y alejado de la puerta,
me quité la toalla, la cual puse sobre el sitio en donde me iba a sentar. Ya
sentado cerré los ojos, respiré profundo y me dispuse a disfrutar del calor de
la sauna. Mi polla, que había permanecido en estado morcillón se había
empequeñecido la pobre, supongo que debido a la inmensa soledad que reinaba en
el lugar.
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No sé cuánto tiempo pasó, unos diez minutos o una media
hora, en realidad no lo sé, mi cuerpo cada vez está más adaptado a soportar una
hora y veinte minutos de calor sin sentirse deshidratado, al cabo de un tiempo
entró un tío que pude dilucidar era un poco bajito, de unos veintitantos años,
cuerpo definido y de piel morena. El tío se sentó a mi lado pero a una
distancia que no permitía el contacto físico. Si alguno de los dos quería juego
tendría que moverse unos veinte centímetros para poder hacer contacto corporal.
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El tío mulato, al igual que yo, se quedó desnudo y comenzó a
realizar unos estiramientos de brazos que supuse eran con la intensión de
acercarse a mí, pero nada más lejos de eso. El tío realmente estaba estirándose
para relajar sus músculos. Traté de fijarme en la polla del tío, pero el vapor
y la oscuridad hacía indefinible algo entre sus piernas. Creo que permanecimos
en silencio y sin hacer nada por unos diez minutos más, no lo sé. Hasta que
entró otro tío.
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El tío que entró era delgadísimo y calculo que mediría casi
un metro noventa centímetros de estatura. Por lo general, tíos de semejante
tamaño hace que piense que tienen unas pollas gigantescas, aunque a veces uno
se enfrenta a algunos chascos.
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El tío largo se sentó justo al lado del tío bajito y mulato. No había pasado ni tres minutos cuando el mulato se le aproximó y comenzó a
manosearlo por debajo de la toalla. Mi polla se empalmó rápidamente, fluyendo
en sangre y calor. El tío mulato le quitó la toalla al tío delgado y
en medio de las sombras pude apreciar una polla colosal. Era enorme, larga,
gruesa, con un glande redondo y hermoso. El tío mulato comenzó a comerle la
polla, lo hacía con tanta dedicación y devoción que por momentos sentí una
inmensa envidia, pues me hubiese gustado que me diera una buena mamada. Pero
cuando uno va al sauna hay que dejar las envidas a un lado y ponerse manos a la
obra.
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Pensé en acercarme al dúo y hacer quizás un trío, me dio un
poquitín de miedo. En otras ocasiones me ha pasado que me acerco a estas
parejas, las que se forman en laberintos o rincones oscuros y termino desintegrando
a los tórtolos o estos deciden marcharse a un reservado, dejando en mí un malestar
moral. Así que me dije: ¡qué rayos Andrés! ¡Si los tíos te rechazan pues, ¿qué
es lo peor que te pueda pasar? ¿Qué te mates con unas pajas? Así que decidí
acercarme.
(Parte 1 de 2)
(Parte 1 de 2)
Como se nota cuando uno va teniendo experiencia de ir de sauna.
ResponderEliminarNi que lo digas. Se vuelve adictivo.
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