Comencé con un magreo suave en los muslos del mulato, de
esa manera, si me rechazaba estaba a tiempo de dejarlo en paz. Comencé a rosar
con mis manos de forma suave y en círculos sus muslos, el tío, lejos de rechazarme, se puso
en cuatro patitas ofreciéndome el ojete mientras estaba chupa que chupa la
hermosa polla del alto y delgado tío.
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Viendo tal ofrecimiento, no me quedó más que hacer los
honores y comenzar a trabajar el ojete del mulato. Tenía el culo prieto y
lampiño, así que rompiendo mi código de higiene personal gay decidí darle unos
lengüetazos al ojete del mulato que resultó limpio y de olor bueno. Yo intenciones de follar no
tenía, había acudido al sauna tan solo por unas pajas mutuas o si el destino quería que me
dieran una buena mamada, pero la providencia se había empeñado en que fuera un
activo dominante.
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Comencé a meterle el dedo medio, pero el ojete
estaba cerrado; sin embargo, el mulato por pocos segundos sacó la boca de la
polla majestuosa y me preguntó si quería usar lubricantes y condones, le respondí
que sí, además, mi polla estaba erecta y de pronto me habían entrado por mis venas las ganas de
follarme ese culete.
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No sé dónde lo tenía escondido, pero el mulato sin dejar
de pajear y mamar la enorme polla del tío delgado me hizo entrega de un sobre
de lubricante y de dos condones. Así que sin perder tiempo, me dispuse a
lubricar con ternura tan fino ojete. Comencé lubricando los alrededores y poco
a poco introducía mi dedo medio en medio de la oscuridad, el moreno comenzó a
retozar de placer, eso sí, sin sacar la boca del manjar exquisito.
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Comencé a trabajarle el culete, esta vez con dos dedos y un
poco más de lubricante, el macho mulato estaba muriendo de gusto y eso me
excitó más. El tío delgado parecía una estatua, estaba inmutable, no decía nada,
permanecía con los ojos cerrados y una polla cada vez más hermosa e inmensa.
Quizás era un tío hetero, pensé, de los que tiene novia o esposa pero les gusta
dar de mamar y en medio de su infinita vergüenza, se meten a un sauna a dar
rienda suelta de sus ocultos placeres pero con cierto matiz de culpabilidad.
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Después de que entró el tercero de mis dedos en el ojete del
moreno, quien decidió permanecer con su culito al aire firme, el mulato me
preguntó si yo quería Popper para follarle, a lo que le respondí que no
necesitaba eso, que mi polla estaba lista y que solo esperaba por él, ¿te
follo? El tío entre gemidos y con la boca llena de polla me hizo entender entre
murmullos que sí. Fue entonces cuando me puse un poco de lubricante en mi erecta verga
y luego me puse el condón sobre el cual coloqué más lubricante. Con mi polla
firme le penetré, le abrí las nalgas y fui poco a poco introduciendo mi pene, sentí con
satisfacción cómo entraba mi polla pero también me dí cuenta que tendría pocas
embestidas pues estaría por correrme.
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Estaba gustoso de ese ojete que me recibía de manera cálida
y amable, si bien un poco prieto al principio, se dilató de manera expedita permitiéndome
realizar de manera suave el clásico mete-saca. Con una de mis manos magreaba
los muslos del mulato y con la otra busqué ser amable y cortés y busqué su
polla. Tenía una polla de tamaño promedio tirando a pequeña, estaba en estado
morcilla pero nada que una buena mamada no pudiese remediar.
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Estaba disfrutando la polla del mulato cuando veo que el tío
delgado le dice algo al oído, por un momento temí que le dijera para irse a un
apartado, dejándome en medio de una cálida follada, pero el mulato sin sacar la
boca de su polla le murmura con el típico sonido de ‘macho, córrete en mi boca’.
Fue entonces cuando el mulato saca la polla de su boca y comienza a pajear de
manera intensa al tío delgado el cual se vino en un inmenso chorro de leche.
Tíos, de verdad os cuento y quizás no me creeréis, pero hacía mucho tiempo que no veía un chorro de lefa tan
abundante, tan espeso y con tanta potencia. Conté cinco poderosos chorros que
la próstata del tío delgado ayudaban a difuminar por su pecho. Después de los
chorros, siguió manando leche calientita de esa polla, el mulato estaba
disfrutando cada mililitro de semen, lo saboreaba, se lo llevaba a la boca, lo
escupía de nuevo sobre la polla y extendía por el pecho y el vientre del mulato el cálido y preciado vital líquido. El tío delgado permanecía inmóvil, disfrutando
del placer que le proporcionaba el mulato. Yo en condiciones semejantes ya me
hubiese retirado pues mi polla queda muy sensible después de cada orgasmo.
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La imagen me emocionó y me recordó que cerca estaba de mi eyaculación. Le dije
al mulato que me quería correr afuera pero el insistió que no, por favor, córrete dentro. Ante situaciones semejantes no puedo decir que no. Así que lo
tomé con mis manos por la cintura y comencé una embestida a todo gas. Justo
cuando me venía sentí como el mulato apretaba los esfínteres y como su culo me
comía la polla. Pegué un grito de placer. Me la estaba pasando de maravilla,
hacía mucho tiempo que no hacía un trío y que tampoco me comía un ojete entre
prieto y dócil.
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Después de acabar me retiré lentamente, no sin antes darle
unas nalgadas al tío mulato, nalgadas que querían decir muchas gracias, lo he
disfrutado. Me sorprendió que el tío mulato seguía disfrutando de la
polla y el semen del tío delgado, el cual seguía inmóvil dejándose hacer.
Me quité el condón –lo tiré en el cesto de basura al salir
de la sauna de vapor-, me duché y decidí pasar un rato en el bar. Ese día no
tuve mayor acción. Me topé con un tío jovencito y delgado con el cual tuvimos
unas mamadas de cortesía, pero nada más.
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En el resto del rato que estuve allí no volví a ver al tío
delgado ni al mulato. Habrán desaparecido entre la niebla y la lefa por las
cañerías.
Intenso, como siempre ;-)
ResponderEliminarSi te creo en lo de la corrida, pero realmente una corrida abundante es muy infrecuente, o sea que tuviste doblemente suerte. Del mulato, del trío, de la supercorrida... Un suma y sigue, que también pocas veces se dan.
Sí, tuve mucha suerte, estas cosas pasan una o dos veces en la década.
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