miércoles, 4 de noviembre de 2020

Voyeur en primera fila

 



Homosapiens - Tercera visita (2° Parte) Puteando en América


Fede y yo nos sentamos en el segundo sofá del cine. Había movimiento en ambos apartados al lado de la pantalla, se escuchaban gritos de placer, ardua faena sexual de machos. Fede y yo estábamos satisfechos con el trío que habíamos hecho con el maduro de 50 años (ver post anterior). Fuimos al cine en plan morreo, caricias, charlar un rato, parecíamos dos novios que después de follar necesitaban magreo. En la pantalla estaba la misma putipelícula que vi en cada ida que hice a la Homosapiens en Buenos Aires.

El argumento era simple: un tío de hermoso cuerpo, rostro y polla (22-24 años), era el mayordomo de un tío millonario: éste también era de hermoso cuerpo, rostro y polla (22-24 años). El mayordomo quería follarse al millonario, pero éste tenia una relación “estable” con otro tío de hermoso cuerpo, rostro y polla (22-24 años). En la casa vivían el jardinero, un tío de hermoso cuerpo, rostro y polla (32-34 años); un mecánico, de hermoso cuerpo, rostro y polla (32-34 años). La película era follar en dúos, tríos, cuartetos y un quinteto. El quinteto se arma con un cartero que curiosamente, no era hermoso de cuerpo, rostro simple, de unos 19 años pero una polla gloriosa de 22 centímetros, la polla más grande y jugosa de todo el elenco. El cartero sale apenas dos veces: en una en la que se folla al mayordomo y en la orgía final en la que es el único que se folla a todos. ¡Qué polla, era una hermosura! Todos blancos, ningún negro que bien falta hacía. La película, pude ver en los créditos, se hizo en Beverly Hills a finales de 1988. Todos malos actores pero cuando se trataba de follar daban caña. Hay escenas de sumisión, una escena en la que dos tíos se mean al mayordomo. Excelentes escenas eran: una en la cual, el millonario y su novio follan en la cama, técnicamente tomas de penetración anal de alta calidad, buena iluminación, ángulos que no permitían sombras. Otra buena escena era en la cual el jardinero y el mecánico tenían una sesión de bondage en el sótano de la mansión.

El Fede y yo mientras tanto estábamos en plan mamadas, morreos, todo suave, porque la verdad habíamos quedado exhaustos. No sabía si volvería a ver a Fede, si bien el tío insistía en vernos en su estudio en Palermo, me quería todo para él, y yo estaba en plan putiaventuras. Le dije que repitiéramos en la Homosapiens y tal, pero al tío le da corte, por cuestiones de horario y distancia no se le facilita el traslado a la Sapiens, en cambio el estudio está en la ruta de la oficina a la casa; si bien, su mujer nunca había sospechado nada en estos treinta seis años de matrimonio, era raro que él saliese de la rutina, a diferencia de cuando iba a Madrid que si iba solo era toda una puta —y me consta—, cuando iba con la familia era más precavido pero igual de puta. 

Decidimos marcharnos a comer algún asado, como siempre a Federico se le abría el apetito después de follar. Cuando subíamos a cambiarnos había una multitud de unos cincuenta tíos haciendo un semicírculo. En el cine, hacia el centro y a la izquierda hay como una especie de escenario, de hecho, está a la altura de la cintura y es ideal para que un pasivo esté acostado patitas al aire mientras es follado por un activo de pie. Pensé que esto era lo que acontecía, pero me dijeron que no, que eran dos tías, dos TÍAS que estaban ahí, desnudas, follando como bestias. No lo podía creer, me acerqué y era cierto: dos tías, patitas al aire que eran folladas cada una por un tío de pie. En medio, estaba otro tío, alto, musculoso y moreno que controlaba la situación: él era el que permitía que se follase o no a las tías. No cobraban, las tías estaban disfrutando. ¡Qué putimaravilla! Ciertamente, la presencia de mujeres me parece delicado en estos sitios, porque muchos tíos somos bi y nos puede apetecer un buen coño; otros son heteros reprimidos y ver a una tía los puede enloquecer. No pude contemplar mucho, las tías no eran nada apetecibles con kilos demás. El que provocaba llevarse a la cama era al moreno que las cuidaba.

El procedimiento era simple: te quedas de voyeur en primera fila, tu polla ha de estar presta para la acción; el moreno iba tocando cada polla y la más firme era preseleccionada. Luego, el moreno daba una mamada para comprobar sabor, calidad y textura, le colocaba una goma y señalaba el coño que le correspondía. No era permitido tocar a las tías, nada de besos, solo follar, a lo bestia. Por su parte, las tías eran las únicas que podían cambiar de posición. Mientras este espectáculo gratuito sucedía, los machos alrededor se pajeaban, se daban mamadas para mantener la moral en alta y uno que otro le pedía al que tuviese a un lado para que lo follase ahí mismo. ¡Qué escena! ¡Sexo del duro hetero, homo y bi al mismo tiempo!

A Fede no le interesó y al final nos duchamos, nos cambiamos y salimos a comer un buen bifé de chorizo. Aunque en la tarde yo me había comido varios.

(Buenos Aires, agosto de 2018)

2 comentarios:

  1. Y a mi que, en general, me aburren soberanamente las pelis pornos. Puedo aguantar una escena o dos, pero una entera, pufff...
    Desde luego que resulto sorprendente e inesperado la escena final en la sauna. Te voy a contar un secreto... me hubiera encantado estar en el lugar de las chicas, jeje

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    1. Yo igual perrete. Pero digamos que tenía tiempo libre y a veces no había nada que hacer ni ver.

      ¡Y todos queríamos el lugar de las chicas! jejejejej

      Abrazos

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