miércoles, 23 de junio de 2021

Sauna Homosapiens [5° visita] Buenos Aires, Argentina. Puteando en América

 




Sábado, 13 hrs.

Salí antes de lo esperado de una reunión de trabajo. Decido ir de puteo a la Sapiens. Como puto precavido llevo conmigo el jock y el arnés, el cockring lo dejé en el hotel. Al entrar a la sauna el panorama era desolador: unos diez o doce tíos. Como las instalaciones son grandes es fácil que la energía esté difuminada, esparcidas en los rincones donde uno no alcanza a ver. El efecto del jock y el arnés parece no interesar, los pocos tíos que hay apenas me miran.

Decido ir al cine. Vacío. Tan solo la misma putipelícula de siempre. Entro al apartado que está en el lateral derecho de la pantalla: vacío. Voy al lateral contrario y solo está en la camilla un tío bocabajo, desnudo. Quizás está esperando que lo follen, pensé. Me acerco en plan magreo, acaricio sus piernas pero el tío me dice que lo deje dormir, que más tarde será. No digo nada, doy dos palmaditas de agradecimiento y lo dejo. No soy de los que insisten ni como activo, ni como pasivo, yo entiendo cuando NO es NO; suena tautológico, pero me he encontrado con unos tíos que insisten en estas situaciones y algunos incluso son violentos.

En ese apartado hay una especie de cofre de madera, es grande: 140 cms de alto x 233 cms de largo x 40 cms de profundidad; es decir, me siento y quedo perfecto para dar de mamar a quien quiera. En otras ocasiones me han dado allí buenas mamadas y lamidas de culo. El tiempo pasa, mis ojos se habitúan a la oscuridad. El tío de la litera ronca. No entra nadie, no hay nadie. Pasan los minutos. Doy otra vuelta.

40 minutos de vueltas se resumen en una cerveza tomada en el bar y un magreo con un tío en la zona de los apartados que no pasó de allí. De regreso al cine había un poco más de movimiento y, efectivamente, el jock y el arnés han perdido su encanto. Un vejete de 70 años, que estaba sentado en uno de los sofás del cine pide mi “pija”, quiere mamar. Accedo, me siento junto a él. El tío disfruta mamar sin quitarme el jock, además, se entretiene acariciando el arnés y jugando con mis pezones. A mi cabeza entra un dilema: dejar que el tío mame y correrme, seguramente en su boca, o dejarlo como una mamada anecdótica, fortuita y seguir en la búsqueda de putiplacer. De todas maneras, yo tenía la tarde libre, así que si me corría podía descansar en algún apartado y retomar la faena más tarde. Me relajo y dejo que mis cojones decidan. Pero el tío decide. Me pide que me corra en su boca, que él no tiene apuro, que puede estar mama-que-mama toda la tarde; yo le digo que no hay problema y, efectivamente dejo que mis cojones decidan. Logré mantener la erección y el morbo hasta que el orgasmo toca mi uretra. Le digo al tío, comienza a mamar suave pero constante, aprieta la raíz de mi pene; como si me conociera comienza a acariciar mi ano, no había intensión de entrar, eran caricias anales para excitar y correrme, cosa que hago. El tío, al igual que casi todos los tíos de Buenos Aires, se traga mi semen.

Afortunadamente, mis cojones fueron sabios y tomaron la decisión correcta. El resto de la tarde hubo mucha acción  pero yo no me inmiscuí en ninguna. Sentí que el jock y el arnés jugaron en mi contra: algunos me veían inaccesible, otros como pretencioso, y salvo un par de osetes que me magrearon en el laberinto, no pasó nada más.

A las 21 horas salí de nuevo a caminar por la ciudad de la furia.

(Buenos Aires, agosto de 2018)

 

2 comentarios:

  1. Realmente resulta decepcionante acudir a un local y que la inactividad sea la reina del lugar, y con poca predisposición a que nadie haga nada por lo contrario.
    Menos mal que al menos tuviste una buena mamada. Sabios tus cojones, jeje ;-)
    Es cierto que pudiera dar esa impresión lo del jockstrap y arnes, aunque en realidad era solo tu fetiche. Pero visto el panorama del publico presente ese dia, cualquier cosa.

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  2. Haz caso a tus cojones, que son sabios y tienen experiencia jjee

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