jueves, 14 de abril de 2022

Putita sumisa



Después del encuentro con el macho que se corrió sobre mi rostro fui a lavarme. En el camino algunos machos se me quedaban viendo con cierta cara de asco, a lo que supuse era envidia.  

Después de lavarme, yo sentía que mi culo necesitaba más atención. Pero quería regresar a casa, hacer un té y dormir calientito y abrazado a la Montse. Sin embargo, afuera seguía lloviendo y me debatía entre seguir con el puteo o marcharme, mi cuerpo comenzó a dar síntomas de fatiga cuando aparecieron un oso. 

Era un tío por encima de los cincuenta años, oso, peludísimo, cabellos y pelos de cuerpo blanco. Llevaba un arnés negro y un jock negro en el que se le abultaba un paquete descomunal. Hicimos contacto visual, pero el siguió de largo en busca de la oscuridad. Yo fui tras él. Pude ver que el oso se acercaba a casi cualquier tipo de persona, buscaba los pezones y luego se iba a buscar la boca para besar, por lo cual, era inmediatamente rechazado. Por lo general, cuando me voy de puteo no suelo besar, tengo que estar muy zorra para hacerlo y esa noche lo estaba. 

El oso sabía que lo estaba siguiendo, así que su estrategia fue guiarme hacia un lugar oscuro. Una vez allí se volteó y repitió la estrategia: buscó mis pezones y en menos de seis segundos e buscó la boca. Yo me dejé hacer y sentí como una lengua larga y gruesa buscaba llegar a mi esófago. El aliento era de alcohol y tabaco, pero moderado. Tenía una barba gruesa que me hacía cosquillas y que me excitaba. El tío comenzó a lamer todo mi rostro, el cabello, las orejas ¡qué extraños fetiches tiene la gente! Yo me dejé lamer porque además, una vez que pude hacer exploración manual de su paquete me encontré con una enorme polla que era cuidada celosamente por un cockring de metal.  

El macho al apreciar mi interés por sus partes íntimas no perdió tiempo y me pidió que le comiera el cipote. Pues, aquí iba yo de nuevo, una vez más a disfrutar de esta verga. El tío se sacó la polla sin quitarse el jock y pude apreciar (lamer, sentir, probar) una polla estrangulada por el cockring. Le pregunté si no le hacía daño, dijo que no, que estaba acostumbrado. Yo suelo usar de vez en cuando un cockring, prefiero los de goma o unos que son como un cinturón de cuero. Cuando los uso procuro no tardar mucho con ellos puestos, me da temor que se me pueda gangrenar la polla. 

Una vez de rodilla y con ese enorme cipote al aire libre, he comenzado yo a mamar. La polla era grande, no cabía en mi boca, pero tenía buen sabor. Casi todo el tiempo permanecía en estado morcillón, salvo cuando pajeaba o lamía que se ponía dura, erecta y firme; pero si dejaba de estimular, inmediatamente volvía a estado morcilla.  

_¿Quieres que te folle?, preguntó. 

Esto me va a doler, pensé. 

_¡Claro!, respondí como putita sumisa. 

(Continuará) 



1 comentario:

  1. Yo tampoco soy de los que besan así de primeras. Y de segundas, o sea, una vez puestos, el besador no debería dejarme babas en el morro / cara, sino dura lo que dura un pestañeo. Semen en la cara, sí :-)

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