martes, 19 de junio de 2018

Tarde de otoño en la sauna Octupus (4 de 6)






Después de dar una vuelta por la sauna Octupus, decidí volver a sumergirme en la bruma del baño turco. Me gusta ligar dentro de la sauna de vapor, la intimidad que propicia los encuentros furtivos, el vapor y la oscuridad que distorsionan los cuerpos y los rostros invitan a dejarnos llevar por el tacto, las caricias y las mamadas.
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Una vez sumergido en la sauna, pude distinguir como tres tíos que estaban en plan de ver o esperar a que alguien tomara la iniciativa. Suele pasar en las largas estancias de la bruma del baño turco, que algunos tíos están allí porque definitivamente desean tomar un baño de vapor. Otros, vamos en plan mitad-vapor-mitad-tocamientos, y otros, los más tristes y tímidos a mi juicio, esperan por una caricia, una señal, son incapaces de tomar la iniciativa. No los culpo, algunos llevan una vida hetero y se sienten culpables de estar allí, no pueden -ni quieren- dejar de sentir las caricias de otro macho, pero no pueden dejar de sentirse mal con la bendita educación heterosexual. 
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Sentado junto a uno de los tíos decido acercarme con cautela, mitad por temor a espantarlo, mitad jugando a la seducción. Mi cipote en estado morcillón estaba y venía necesitando atención de terceros. Con las ganas de follar a algún tío me había quedado, temía que esta tarde fuera una de esas en las que me quedo en el mundo de paja en paja, de culete en culete y me tengo que regresar a casa sin haberme corrido, circulo vicioso que una o dos veces al año no importa, pero cuando es reiterativo semanalmente llega a aburrir. Eso no es el problema en realidad, sino que ya en casa, decido tomar otra ducha y me mato a pajazos pensando en que no se puede volver a coger la leche derramada, me da remordimiento en pensar que algún vejete de alguna sauna o del extinto cine Arenas o del Duque de Alba hubiese apreciado mi semen en su boca como oro.
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Al tío me acerqué, me pareció delgado, alto y moreno, rocé levemente con mis dedos sobre su muslo, el cual tenía cubierto por el paño. El tío sin decir palabras se levantó y se fue, clásica actitud de "no me importa" o "no quiero", o peor: "necesito que me follen y no sé cómo pedirlo". Me dije: pues nada, estas cosas pasan, a lo mejor lo puse nervioso o quizás no le gusté. En mis recorridos por bares de ambiente y saunas homosexuales he conversado con tíos que van allí en busca de un príncipe azul, del macho perfecto, del amante que los sacará de la rutina promiscua de los ambientes de transformismo y vicio. Mi caso es distinto, yo me dejo hacer por placer. Como todo el mundo, tengo mis preferencias, creo que si habéis leído este blog os habéis dado cuenta cómo me mola un vejete, la verdad no tengo escrúpulos, en especial cuando se trata de dar de mamar o magrear  algún pezón, algún glande e incluso explorar alguna próstata.
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De mis manos ya escapado el tío moreno, quedaban en la penumbra un chico bajito, casi osete y a lo lejos había un tío que no pude distinguir por la densidad de la bruma. Así que por la cercanía y con finalidad práctica me decanté por el chico bajito. Me acerqué, lo miré entre la bruma y creo que me estaba mirando también, no pude distinguir sus ojos. Me quité el paño, me comencé a sacudir la morcilla que llevaba entre mis piernas y al mismo tiempo me dirigí hacia sus partes íntimas. Estaba entrando a la fase de desesperación saunil.
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No había terminado de colocar mi mano sobre su polla cuando el chico bajito se sumergió directamente hacia mi rabo. Su boca engulló mi cipote sin dejarme acariciar con recíproco cariño su cipote que esperaba fuera y era de tamaño deseable. El chico tenía talento con la mamada, esas cosas se aprecian en un ambiente como éste y sobre todo, después de una semana de trabajo arduo.
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Viendo que el chico bajito tenía el control absoluto de mi polla y de mis huevos, decidí cerrar los ojos y relajarme. Eché mi espalda hacia atrás,  de reojo pude apreciar como el otro tío que estaba cerca de nosotros comenzó a acariciarse la polla sin quitarse el paño. No me importaba ser visto, de hecho, una de las cosas que tiene ir a un bar de ambiente o a una sauna es la posibilidad de dejar que otros te miren, en mi caso, hasta me gusta que se involucren más tíos, si se arma una gran orgía eso es bienvenido e incluso conviene que el local tenga este tipo de espectáculos.
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Estaba disfrutando la mamada del chico bajito, que como os decía, tenía un don especial del cielo para comer polla. Había descifrado mi ritmo o se había comunicado directamente con mi polla y sentía que estaba exprimiendo mis jugos seminales poco  a poco. Cuando sentía que me iba a correr el macho, sin que yo le dijese nada, paraba de mamar y me apretaba con las manos la base del pene y los huevos como diciéndoles que no fuesen malos, que no se corriesen, que él tenía mucho cariño aún por dar.
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Todo iba de maravilla hasta que el chico bajito me dijo al oído “fóllame”.
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(Continuará)

4 comentarios:

  1. Ay, y nos quedamos con las ganas de saber si la cosa fue a más o quedó ahí...,hehehe.
    Esperamos la próxima entrada.
    Un saludo,
    Hotdardo 🎯

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  2. Me da la sensación de estar viviéndolo, jaja...
    Lo describes todo tal cual es ;-)

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