La entrada es a través de una puerta de aparcadero. Cuando el negocio está abierto se entra por una pequeña
puerta que permanece putidiscretamente abierta. Al pasar, hay una alfombra azul que conecta a la entrada e invita al puteo. Llegas a la entrada, pagas, te dan chancletas, dos toallas, sobres de champú, una barra de
jabón y preservativo. Sigues caminando y hay un pequeño bar, pasas esto y en la
planta baja hay dos ambientes: uno que semeja a una sala de estar, con muebles de
fácil limpiar, baratos pero cómodos, una chimenea que en la parte donde va el
fuego está un televisor gigantesco, el control remoto siempre anda por ahí; al lado de uno de los muebles hay una mesa con un termo de agua con dos grifos: uno de agua
caliente, otra fría. Al lado sobres de té y café instantáneo, te puedes servir
al gusto. En el mismo espacio hay un pequeño gimnasio con multifuerza y en un
lado dos cabinas con compus e internet libre. Pasas todo esto y te encuentras
con el vestuario y los casilleros.
Me cambio, hago la putivuelta de reconocimiento. Subo a la segunda planta en
donde hay un lavabo, en el que por cierto, hice una de las cagadas más grandes
de mi vida, pensé que me iría por las cañerías. Luego pasé al cine o por lo
menos así lo bauticé: un salón con una pantalla con homoporno y dos sofás
gigantescos; al lado de estos dos puertas negras que funcionaban como apartados
con colchonetas en el piso y almohadas ¡Perfecto para la siesta!, pensé. Al
lado del cine estaba un cuarto oscuro, era una habitación grande revestida
completamente de madera. Pensé que sería como un laberinto pero nada más
alejado de la verdad, era solo una sala oscura revestida de madera. No había
bancos, no había donde sentarse, cosa que eché de menos porque como sitio de
meditación y de espera para mamar era
perfecto. Cuando mamo
me gusta estar cómodo, no que sufran mis rodillas. Estuve allí largo rato pero
no pasó nada. Nadie entraba.
Decidí bajar y
conocer la zona de saunas. Bajas las escaleras y hacia la derecha hay una
pequeña puerta que conduce a las putisaunas, pasas el umbral e inmediatamente queda un urinario a la izquierda y a la derecha un cuarto de
baño. Sigues de largo y entras a una gran sala, a la derecha queda el
putijacuzzi el cual es alumbrado con luz exterior a través de un opaco
tragaluz. El putijacuzzi es muy pequeño, de hecho, el más pequeño que he visto
en mi putavida. No me apeteció entrar allí, además, siempre, SIEMPRE que
pasaba por ahí habían tres tíos sentados al borde con los pies dentro del
jacuzzi. De hecho, creo que tres tíos no cabían completo dentro del jacuzzi.
Cada vez los tres tíos eran distintos pero la constante era la trinidad, siempre
tres: homo, hétero y bi . Cerca quedaban tres duchas pero solo funcionaba una. Al lado de las duchas
una puerta que era la sauna seca. Entré allí, espacio pequeño
para mi gusto pero en el que un vejete de setenta años me comió la polla largo rato. Salí, después de esa incursión
entré varias veces pero salvo un oso calvo de unos sesenta años a quien también
dí de mamar, no hubo mayor acción. El oso al verme entrar me dijo “A sudar, a
sudar, que el mundo se va acabar”. Le dije parco y seco: “Vale”. Me increpó:
“¡Español! ¿De qué parte?”. De Madrid, le dije. “Ah, español de verdad, no como
los vascos”. Y pues bueno, que los líos de territorios también se conocen en
otras partes. No le contesté. Al día siguiente salía mi vuelo a la Argentina
y no quise gastar energía.
El calor de la
sauna seca estaba a todo gas, salí de inmediato hacia la sauna de vapor, era pequeña, me gustó. La puerta tenía un cristal opaco que permitía la entrada de
una luz azul índigo mortecina. La sauna tenía dos gradas que permitían al que deseaba ser mamado estar en la parte superior, y
el que deseaba mamar podía estar sentado cómodamente. Yo subí al nivel
superior. Conté que eramos unos cinco maricones en medio del vapor. Dos estaban
a un lado de mí en intercambio de pajas. Junto a mí yacía acostado un tío
desnudo y a mis pies se sentó un osete que en medio de la penumbra no quitaba
sus ojos de mi polla. Decidí cerrar los ojos, relajarme, abrir mis piernas y
entonces, empezaron las caricias.
Muchas puticosas pero poca acción, no? Bueno, eso me ha parecido hasta que al final ( y volviendo al titulo ) me he dado cuenta que era la primera parte, jeje...
ResponderEliminarSeguro que era un putijacuzzi y no un putibidet ?
A ver como acaban las caricias