miércoles, 13 de septiembre de 2023

¡A por culo!


 


Tengo 47 años. Voy rumbo a los 50 y, por lo que parece, con buena salud. Sin embargo, han disminuido la calidad de mis erecciones. Cuando era joven, si bien no era una máquina de follar, podía hacerme varias pajas a lo largo del día. Incluso, cuando estaba entre los 35-40 frecuentaba semanalmente algún sitio de cruising y, por lo menos, me mataba con una paja en los malos días.  

En los últimos meses no solo ha disminuido la dureza de mi polla, sino que, además, el apetito sexual ha estado en bajos niveles. Le comento a la Montse y le pido que me acompañe al médico. Además, la Montse es diez años menor que yo, el sexo no ha sido malo, pero consideré que habían disminuido las escaramuzas sexuales como algo normal en una relación; es decir, a medida que la pareja cae en la rutina, en esa medida las apetencias reducen su intensidad. Con la Montse, apenas iniciando la relación, follábamos hasta cinco veces en un día. Pero los tiempos han cambiado y las hormonas también. 


Tengo una condición cardíaca, por lo cual, la primera visita médica fue al cardiólogo. Exámenes de todo tipo: resultados excelentes. De hecho, mejor de lo que yo suponía si consideráis que después de la pandemia no he mantenido mi rutina de ejercicios. Diagnóstico: por lo menos, 100 años más de vida si mantengo la dieta, rutina de ejercicios y vida saludable. Le manifiesto al médico mi inquietud y voy a saco. Macho, perdón, doc. Que no se me para como antes. Montse y yo todavía tenemos la rutina de tener sexo, por lo menos una vez al mes, pero esa máquina de follar, esa verga de piedra que yo tenía, pues ha desaparecido. Todo lo digo en tanto a Montse, pero la verdad pienso en todos los culos de macho que quiero follar. 

El médico ríe, me calma. A mi edad la condición normal es que baje la libido, producto de que, a su vez, ha bajado la producción de testosterona, producto a su vez, de que estoy viejo. Bueno, así no lo dijo el doctor, pero es lo que yo os traduzco. ¡Nada peor que viejo, puto y que no se me para...! ¡Tocará mamar y ser pasivo!, pensé. El cardiólogo me recomienda que visite a un sexólogo y a un urólogo. La visita al urólogo fue rápida y fulminante: revisó los exámenes, el respectivo dedo en mi culo, que en cuestiones médicas no disfruto y salió que tengo una próstata maravillosa. ¡Pero, que no se me para como antes!, le digo al doc. Pues nada, a dejar la ansiedad, me receta tranquilizantes. Visita al sexólogo. 


Sexólogo: esta vez era una tía. Guapísima y que, de haber tenido la fortaleza sexual de hace diez años, la follaba allí mismo. Bueno, fortaleza sexual sin la timidez que me caracterizaba. Pues la tía habló claro. ¡Don Andrew, a bajar las expectativas! Folle cuando le plazca, no se mortifique por las erecciones. Hay otras maneras, como las caricias, el sexo oral o el sexo anal. ¡Déje que su mujer se lo folle a por culo! Cardiólogo y sexóloga prescribieron viagra y no lo he necesitao todavía desde esa recomendación: “¡Que le den a por culo!”. Con la Montse nos hemos dedicado a mucho sexo oral y cuando me escapo de saunas o clubes de sexo, he decidido probar por ser mamador-pasivo-anal.  


¡Y cómo cuesta conseguir un macho dispuesto a que se lo folle a uno!  


Después de las visitas médicas hice varias incursiones en Firewood, la Octopus y El Retiro. Si bien, en esta última sabía que no me iba a dejar follar porque no me gusta ser pasivo al aire libre, en las otras dos la pasé de maravilla: pajas, caricias, mamadas varias, pero nada que me follaban. Sin embargo, paradójicamente, me hicieron mamadas maravillosas y mi polla se puso como hierro candente y terminé follando a varios machos.  


Paradojas de la vida. Tanta ansiedad y lo que necesitaba era que algún especialista insistiera en probar cosas nuevas. Desde entonces, el sexo con la Montse se ha reducido en cantidad, pero ha crecido en calidad. Hemos incorporado juguetes sexuales y de vez en cuando me mete un dildo por el culo, a lo cual respondo con una erección de piedra, por lo cual, la Montse me ha comentado en broma que quizás soy gay o por lo menos, tengo cierta “tendencia”. Desde luego, también está demostrado, se puede ser 100% hetero y disfrutar que una hembra se folle a un macho. Cuando voy de puteo gay, he incorporado el arnés, jockstrap y un utensilio que cada vez pasa más tiempo conmigo: un plug anal.  


Os doy fe que los últimos meses han sido sexualmente maravillosos. Por lo cual, he llegado a una conclusión: hay que tener de vez en cuando algo metido en el culete. 





2 comentarios:

  1. Espero que no te haya rayado en exceso con el tema. Tener menos líbido, potencia que cuando uno es joven es lo más natural del mundo. Mientras puedes tener sexo, en cualquiera de sus variantes y disfrutar, probar cosas nuevas, etc... perfecto. Además tu tienes la ventaja que te van tanto tíos como tías, y cambiar de rol activo/pasivo no te resulta un problema ;-) . Adelante y a comerse el mundo ! O que te coma él!

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    1. ¡Tranqui, tranqui! No te preocupes, aquí no hay rayadas. La líbido es como el metro en hora punta, sube y baja cuando le da la gana. Y sí, tienes razón, mientras haya chispa, se disfruta lo que venga, ¡sin complicaciones! Esa ventaja de ir por todos los lados, como el Metro Línea 1, jeje. Cambiar de rol, ¡qué más da! La vida está para experimentar.

      ¡Adelante y a comerse el mundo, o que te coma él! Que este año venga cargadito de buenas vibras y experiencias. ¡A darle caña! 💪 ¡Un abrazo!

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