jueves, 26 de octubre de 2023

Paja terapéutica

 




En agosto no tuve tantas oportunidades de putisalidas. Pero me encontré en varias ocasiones con Fede. Y, ¿a que no sabéis algo? Estuve hilando recuerdos para escribir un post y caí en cuenta que, en todos nuestros encuentros nos matamos a pajas. Y he leído que no hay edad cuando de darse un homenaje se trata. Que es un hábito de lo más saludable. Pero claro, cuando uno ya lleva sus añitos encima, pues le saca más jugo, ¿me pilláis? Una de las cosas que he leído es que cuando se es mayorcete la paja puede ser terapéutica. Te quitas de líos con el cáncer de próstata, que si le das al manubrio al menos una vez por semana hay 70% menos de lío con el cáncer de próstata. ¡Qué fuerte! La historia es que esta histórica afición elimina unas toxinas chungas que podrían estar liando el tema del cáncer en la próstata. Vamos, que el chiquitín se ventila esas sustancias malignas y no le da tiempo a que monten la bronca. 

Yo sí había notado que con el Fede, cada tantos encuentros eran sesiones de pajas mutuas. No os negaré que habían mamadas, pero lo principal era pasar el rato machaca-que-machaca. Yo creía que era un hábito, pero no. Conversando con el Fede, pues el tío lo hace como terapia. Yo noté que después de los cincuenta, el Fede se daba un gustirrinín de la leche. Resulta que leyendo aquí y allá uno suelta serotonina, que es como la hormona de la alegría y la calma. Y por si fuera poco, te sube la dopamina, un bichito en el cuerpo que se lo curra para reducir el dolor. ¡Menudo combo, chaval! 

Cuando llegamos a esa etapa de la vida en la que ya somos como unos vinos añejos, es normal que se nos complique el tema del sueño. La cabeza se pone a mil, el insomnio nos hace ojitos y los despertares a mitad de noche son el pan nuestro de cada día. Pero el Fede me comentó que a veces se da un poco de amor propio, que además del gustazo momentáneo le permite conciliar el sueñecito. Que te matas a pajas y suelta hormonas que son como los chivatos del sueño. 

Así que, como el detective José Luis Torrente, unas pajillas de vez en cuando y duermes como un bendito. Pues que, a mi eso de masturbarme de madrugada, como que no me mola. La Montse, después de varios años, hace unas pajas que te cagas, macho. La tía ha logrado control absoluto de mi polla y de los huevos. De vez en cuando me hace masaje de próstata y yo flipo. Pero no es lo usual. Allí es cuando me da por sentir la necesidad de tener un macho cerca. 

Después de todo, si se puede compartir una paja, mucho mejor.




2 comentarios:

  1. Lo del efecto relajante es obvio, jeje, pero que fuera terapéutico para la próstata no lo sabía con certeza. Ahora creo que aún disfrutaré más de las pajas ánonimas, propias y compartidas ;-)

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    1. Si hay paja, es divertido. Si se comparte, mucho mejor.

      Gracias por escribir.

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