Yo mismo no podía creer lo que acababa de decir:
estaba invitando a cenar a mi piso de Barcelona a una tía extranjera que no
conocía y que quizás fuera una asesina en serie huyendo por las calles del
Barrio Gótico o confundiéndose con la gente en Las Ramblas escapando de la
Interpol. Había roto mi regla de oro: no llevar a desconocidos a casa.
XX
Madeleine estalló en una sonora carcajada. Really?
That’s serious? It’s fine for me! Thanks!
I would like to eat with you! Y así fue como me
encontré caminado hacia mi piso con una canadiense de casi dos metros de alto
hacia mi piso. Hacía poco había comprado los ingredientes para preparar unos
pimientos con sal y pimienta, una tortilla de patatas, algo de pan, aceite de
oliva, queso manchego, chorizo y me faltaba una botella de vino o quizás un
Cava. A lo cual pregunté a Madeleine que prefería, me contestó que un buen tinto estaba bien
para ella.
XX
Como ya comenté Madeleine era más alta que yo.
Cabello rubio hasta el cuello. Ondulado y rizado a la vez, su cabello parecía
no haberse limpiado en algunos días. Rostro de cadavérico trazos pero cachetes
colorados como buena canadiense. Tenía pecas en el rostro y después me pude dar
cuenta que en el resto del cuerpo también. Era delgada con algo de carne en sus
pieles y con unas enormes gafas que le daban un aire de niña tonta. En el
camino a casa conversamos todo el tiempo en inglés. Me comentó que había cogido
con unos amigos un tour para Europa, donde pasarías tres días en Madrid, dos en
Barcelona, tres en Paris, dos en Bruselas y así hasta completar quince días de
locura Europea, pero que apenas ver Madrid la ciudad le encantó y cuando llegó
a Barcelona quedó prendada de la ciudad; por ello, decidió quedarse el resto de
los días conociendo Barcelona y sus alrededores mientras sus amigos se iban
confundiendo de ciudad en ciudad con tan
accidentado tour.
XX
Llegamos a mi casa. Puse una música muy ligera
utilizando el canal de Youtube: John
Coltrane for Lovers. Le serví una copa de vino y la invité a que me
acompañara mientras preparaba la cena. Recordé que no había estado con nadie
más desde que había terminado con Laura. Perdón, debo corregirme. No había
follado con ninguna tía desde que me separé de Laura. Con tíos, pues, había
perdido la cuenta de nuevo. Hasta ese
momento no había sentido ningún interés sexual por Madeleine, hasta que de
pronto comencé a sentir que mi pene se llenaba de sangre, que mis bolas
empezaban a sudar. Eran las típicas características cuando me comenzaban las
ganas de que algún abuelete se comiera mi rabo.
XX
Y sin haberlo “planificado”, esa noche follé.
(Continuará)
Valiente no sé, pero espontáneo y natural si. Eso está muy bien.
ResponderEliminarOjala hubiera más gente así, y entre ellos yo, jejeje ;-)